Cuando los cartagineses colonizaron a Ibiza, la denominaron la Isla del dios Bes –genio protector de la mitología egipcia identificado con el amor sexual y los placeres libertinos-, y sirvió de puerto y fortaleza estratégica militar por mucho tiempo, desde 654 a. C. Los arqueólogos encontraron en Cádiz ricos enterramientos, mientras a Ibiza recibían sepultura los capataces y servidores de las factorías de la región; y datan desde 654 a.C., hasta la etapa romana.
En el Puig des Molins hallaron una serie de cuevas que guardaban celosamente los sarcófagos, cuidadosamente selladas a la entrada por losas, los cuales se comunicaban con otras a través de hipogeos o galerías subterráneas.
Cremados o inhumados, según la época en que fueron enterrados los difuntos, en las tumbas se encontraron también ajuares, los moldes para moldear la arcilla, figuras de barro cocido, representaciones icónicas de los propios occisos o de sus dioses protectores-abundan las representaciones de la diosa agraria Deméter o de la reina del inframundo Core o Proserpina, las cuales tuvieron gran aceptación sus cultos hasta la segunda mitad del siglo V a.C.-, animales sagrados, junto a vasos con ofrendas, muy pocas joyas, monedas. Los hombres eran tallados con barba o no, mientras que las mujeres, las más numerosas, eran ricamente adornadas con figuras en barro. Estas eran ataviadas con mantos adornados con flores, rosetas, volutas, palmeras, roleos y la decoración era inspirada en temas orientales. Los brazos a veces estaban cerrados, abiertos, portando un objeto, o en señal de ofrecimiento. Las orejas eran perforadas, lucían aretes, y también era perforado el cartílago divisorio de la nariz donde colgaban un anillo. Ejemplo de ello es la denominada Dama de Ibiza, una figura de arcilla, dedicada a la diosa cartaginesa de la fertilidad y la Luna, Tanit, la cual se encuentra expuesta en el Museo Arqueológico de Madrid.
Los estilos de las figuras eran púnicos, en mayor número, egiptizantes y griegos.
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